La fotografía es ciencia y es magia, es técnica pero también es arte. Un fotógrafo no sólo capta un momento con su cámara, sino que si es un gran fotógrafo convierte ese momento, quizá banal, en algo sublime. Y todo por su forma de mirar y de ver y por la capacidad de transmitir su visión y sus emociones a través de sus imágenes. La fotografía se ha convertido en un arte en sí mismo que no sólo se expone en museos, sino que da valor a las paredes en las que se cuelga, ya sea en instituciones públicas o privadas, oficinas u hogares. Me enamoré de la fotografía cuando, por casualidad, en un concurso me regalaron la que fue mi primera cámara, con siete años.

Y cuando miraba las revistas de fotografía en casa y comparaba lo que yo sacaba con aquellos genios, comprendí rápidamente que la cámara no era lo más importante, sino el ojo y la mente del fotógrafo. También aprendí con los años que la diferencia esencial entre un fotógrafo aficionado y uno profesional no es si se ganan la vida con esta profesión, sino que el primero hace fotos de lo que le apasiona o cuando le apetece, mientras que el profesional sabe generar su propia pasión y aplicarla en todo momento y circunstancia. Lo que diferencia a un fotógrafo experto es su dedicación, su trabajo, su compromiso y su esfuerzo constante. Estas cualidades son la esencia de Rafael Bardaji Fotografía.